Danzo con la música del viento
bajo la lluvia tibia de otoño
renovando
mis vísceras y mis manos
en esta edad madurada
con mi bautismo profundo.
El agua cubre mi cabeza,
pecho y genitales.
Pero unas sombras poderosas,
que no me reconocen cuidadano
sino un transgresor
de mil códigos impuestos,
me arrastran
más allá de la frontera
donde -dicen- están mis proyectos,
mis creencias y mis banderas.
Así, con mi antigua
cédula de identidad y pasaporte,
con ropas confeccionadas
en tallas prefijadas,
paseo por las calles
conversando de la contingencia
y de la crisis moral de nuestro tiempo
y de las claves de la economía,
mostrándome
un caballero respetado y agradecido.
Pero de vez en cuando
-pocos lo saben-
abandono estas oscuras latitudes
para oler los árboles del valle
bajo la cálida lluvia.
Y desnudos sobre la tierra fresca
hermanas y hermanos
danzamos con sensual inocencia,
esperando que brote
el sustancial fruto de la vida
en la estiva venidera.
"SIEMPRE HE PENSADO QUE EL POETA NO ES SOLO EL QUE HABLA SINO TAMBIEN EL QUE OYE", Octavio Paz
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miércoles, 2 de mayo de 2007
No me pidas
No me pidas poemas de alba
y primaveras.
No me pidas que describa
el rumor de una gota de rocío
bajando por la espalda
de una hoja de junco
cayendo al río.
Mis poemas tienen rabia contenida
y soledades,
tienen el sueño de los sencillos
y el recuerdo de los ausentes.
Mis poemas
son de barro y de sudor
Tienen olor a sexo
y a la ñipa del camino.
Son casi la espera sagrada
de la madre preñada
y, como a esa madre,
las palabras preñan mi alma
y con gozos y locuras
pretenden correr por la existencia
convertidas en metro, calles,
obreros ruidosos, oficinistas callados,
escuelas, barrios,
amores repentinos, amores eternos,
música y silencio,
vida y muerte.
y primaveras.
No me pidas que describa
el rumor de una gota de rocío
bajando por la espalda
de una hoja de junco
cayendo al río.
Mis poemas tienen rabia contenida
y soledades,
tienen el sueño de los sencillos
y el recuerdo de los ausentes.
Mis poemas
son de barro y de sudor
Tienen olor a sexo
y a la ñipa del camino.
Son casi la espera sagrada
de la madre preñada
y, como a esa madre,
las palabras preñan mi alma
y con gozos y locuras
pretenden correr por la existencia
convertidas en metro, calles,
obreros ruidosos, oficinistas callados,
escuelas, barrios,
amores repentinos, amores eternos,
música y silencio,
vida y muerte.
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