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lunes, 23 de julio de 2007

Tal vez olvide




Tal vez olvide mis libros y mis poemas,
la página en blanco,
mi tiempo perdido y mi tiempo compartido.

Tal vez hasta olvide a mi perro,
el camino a mi casa, la ventana abierta,
los mil abrazos
y mis transgreciones redentoras.

Hasta olvide hacer las preces
y sin alfabetos
olvide mis sueños no confesados,
mis dudas y mis certezas
y la porción de sol que en mí queda.

Si. Tal vez algún día no recuerde nada.
Sólo tu amor profundo y breve.

Tiempo Final


Cuando mi tiempo finalice y mi patio sea invadido por las sombras ¿quién te platicará de diseños, artesanías y gredas? ¿y de cactus, azaleas y malvaviscos?

Cuando el gran puente se corte y ya no haya regresos, sueños ni ilusiones ¿quién te hará poemas de amor, de justicia y esperanzas? ¿Quién podrá admirar esa porción de inocencia dibujada en tu sonrisa?

Sólo sé que cuando se acabe tu tiempo, llegando a las manos de Dios, te confirmará mi ángel que
-aun cuando mi sangre ardía de piel ajena- fuiste tú, amor, el comienzo y el todo en mi vida.

Se Busca (Cuento)


Si el frío de la noche me quema por dentro más me quema mi soledad. Es la hora en que la gente regresa a sus hogares. Soy un vago sin destino, sin la sagrada prisa de los demás. Alguna mañana me he apurado, soñando que todo puede cambiar para mí, poniéndome a caminar más a prisa. Cuando descubro que todo es inútil me echo sobre la tierra y la acaricio porque ella nunca me ha negado.
Haciendo un esfuerzo, me paro y decido ir al negocio de alimentos para mascotas donde hay un aviso que me obseciona, como si tuviera un mensaje en clave.

"Se busca perrito poodle, de pelaje blanco y manchita en su cola. Renguea suavemente. Obedece
al nombre de 'Vagabundo' o simplemente 'Bundo'. Tres niños lo lloran por las noches".

Y lo vuelvo a leer con mi corazón:
"Se busca abuelo perdido por incomprensión de nuestra familia. Tres nietecitos lo esperan cada noche".
Me alejo llorando amargamente.

Voy a Quedarme


martes, 10 de julio de 2007

El Transeúnte (Cuento)

Me resulta insostenible -apretujado con otros frente a un paso de cebra- esperar la seña que invita a la orilla del frente.
He adquirido la destreza de cruzar la Alameda donde yo quiera. La clave es mirar, calcular y correr.
¡Atravieso!!!
Una sombra me envuelve rechinando. Pasada la sorpresa me siento libre nuevamente, más libre que otras veces gozara de mi osadía.
Mis ojos miran las calles parecidas a ciertas pinturas del museo de San Francisco, suavemente coloridas y silenciosas.

Casi siento pena cuando descubro que allá abajo rodean a un transeúnte tirado sobre el suelo, estremeciéndome un segundo al verle con mis propias ropas, pero sigo volando junto a las palomas en las azoteas de estos altos edificios.

Lucía


Había aromas de soledades y nostalgias en su ojos, y a necesidad el rito del domingo previsto en antiguos protocolos. El camino para llegar al cielo -se escuchaba- era el sufrimiento, la muerte el descanso eterno.
Si para otros el tiempo es parte de un destino, a veces inclemente, para mí ha sido la magia de momentos que se suceden raudos y novedosos. Así, cuando pasaron algunos inviernos y veranos, una emocíón desconocida comenzó a buscar habitación dentro de mí, al principio tan suave pero cierta como el inicio de una jornada rural. Bajo su piel había algunas urgencias de rebeldías con frescura de noblezas.

En un atardecer de Marzo, en un alborozo de paz y de ternura, mis alfareras manos descubrieron su moreno color de diosa aún no venerada. En aquellos días sentí que la vida tenía su mayor sentido.