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jueves, 24 de enero de 2008

Mi puerta

No toques a la puerta si no vas a entrar en mi casa.
No me dejes en el brocal de tu noche profunda
sólo para reflejar alguna estrella
pues no soy -como tú dices- puñalada clandestina
sino el hornillo de tu piel vespertina.

No te despojaré de tus misterios
ni de tus batallas interiores
pero es la hora de ignorar recatos pretendidos
en el rito de sangre y polen, de raíces y follajes.

Escucha la voz del otoño
pues nos queda lo mejor de nuestras vidas
en los tiempos madurados.
El vino espera que lo escanciemos gota a gota
de nuestra ánfora secreta.
En un delirio de germinaciones
quiero mirar por tus ojos
tu corazón florido ardiendo de ternuras,
y con tu voz de miel necesaria
me digas: "No te vayas",
sellando nuestras heridas.