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viernes, 26 de junio de 2009

ANTES Y AHORA

En mis jóvenes estaciones los vientos invisibles del misterio
me traían certezas de un dios siempre presente.
Como Abel mis pensamientos subían a las nubes
y del cielo bajaba la esperanza prometida.


Pero sentía alejarme
del crisol, de la premura inevitable y organizada,
del pan y de la harina, de los amores y madrugadas,
del juego de los ríos y la constancia de las olas,
del placer de querer descifrar el ritmo de tu cuerpo.


Ahora descubro a Dios en el centro de las cosas
y de las constelaciones,
en los que fundan la justicia
con sudor y esperanzas.
Y en tu mirada que busca mi hambre
y mis afirmaciones.