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lunes, 4 de octubre de 2010

MI CASA

Era de barro mi casa,
de adobe sólido y robusto
como mis jóvenes certezas
heredadas,
con mis oraciones y ritos
a un dios paternal.

Más tarde
sobrevino el espanto
mi casa se desplazaba
bajo las aguas infinitas
de la estación desnuda
donde los brotes
aún se ocultan
en el subsuelo movedizo.
Las puertas se abrían
y volvían a cerrarse.
Mis poemas y mi dibujos
nutridos de juventud,
y mi eucologio
se retorcían
por las negras calles
junto al estiércol
de antiguos caballos
montados por jinetes
episcopales.









Cuando
el sol fue apareciendo
apenas tibio y luminoso
fui descubriendo mi casa
que conservaba sus cimientos,
algunos recuerdos
y una pelota de trapo
y de confidencias.

Desterrado
de mi patria
sentí la soledad
de las noches
levantando la casa
nuevamente,
ya no de barro
sino de ladrillos
unidos por el cemento
y los delgados
dedos de fierro.
Una buganvilia sube
cubriendo la pared poniente.
Siguen habiendo sombras
y tareas inconclusas
de alfarero.
Mi casa es de miel,
de sal y de barros profundos.
Todo se une
como un universo.
Está
mejor que antes
de conocerte,
con las puertas abiertas
para que veas mi patio.
y conversar de la vida
de los amigos
y de la nuestra.