A la hora en que las flores cargada de rocío
saludan a la aurora
arrastro mi vientre sobre la tierra de sal
y de aguas cristalinas,
de ciudades apretadas y montañas descubiertas.
Hace mucho tiempo los emperadores
quemaron los libros sagrados de la tierra
y los bosques para construir sus palacios.
Sus soldados mataron a los sacerdotes
que anunciaban el paso de las estaciones,
el caudal de los ríos
y la palabra de sus dioses.
Desde entonces la tierra no fue sagrada
sino sólo los emperadores y reyes
hijos de martillo de dioses
voraces del esfuerzo
del humano hormiguero.
La tierra busca la universal esperma
millones de veces diferentes
para prolongar su vida y la nuestra
pues aún es joven y dulce
que nos preparó un hogar con lento esmero
y lo hemos desbaratado.
Guardaba un ramillete de flores
para sus amados humanos
pero los amados lo arrancan de la selva,
la deshonran quemando sus nardos,
y sus miedos han llegado al espasmo
recorriendo todo su rostro azul y verde.
Le he ofrecido mis quehaceres,
ella acogernos un día hasta convertirnos
en raíces del trigo de miles de caderas danzando.
Y la tierra volverá a ser sagrada.
Vicente, te felicito por tu poesía, por el respeto y el amor a la tierra, lugar que nos ha sido cedido y que tanto maltratamos, y con todo, la tierra sigue pariendo, con sus inmensas caderas, cada nuevo día al que nos asomamos.
ResponderBorrarSaludos desde Caracas.
Hermoso poema le has dedicado a nuestro planeta tierra, los seres humanos somos tan "borricos" que no aprendemos a cuidarla, una y otra vez destrozamos nuestro nido, nuestra casa. Felicidades
ResponderBorrarΚΑΛΗΜΕΡΑ από την Ελλάδα...από μια ευαίσθητη ψυχή που αγαπά πολύ πολύ και ενδιαφέρεται για τη θετική σκέψη των θετικών ανθρώπων όπου γης!
ResponderBorrar