A mi amiga Beatriz de El Blog de Beatriz
Descalzo el tiempo ha ido derramando caminos
en el territorio de mi piel
y mis huesos, solidarios, me expresan reivindicaciones,
anunciándome una edad regulada
por aritméticos protocolos.
Sin embargo,
tengo el tiempo de las rocas
y del vejetal que las acaricias
en el barranco inalcanzable.
Algunas veces he sido feliz, en otras abrumado,
casi siempre sensato
como el quehacer de mi madre
que me llevó en su vientre
durante la estación desnuda,
semillas orantes bajo la tierra
donde el labriego escribió su vida.
Tengo vísperas y cumplimientos,
emociones y asombros,
rupturas y abrazos,
cansancios y batallas,
unas cuantas equivocaciones
y mi desconfianza del azogue
de los espejos ofrecidos.
No me cuentes con años ni horas
pues sólo poseo dos acontecimientos
de los que no he de renunciar:
Cuando una primavera y yo nacimos juntos
y la del alba en que descubrí definitivamente
quién soy,
marcando mi propio destino.