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martes, 20 de septiembre de 2011

MIS MANOS

Para vivir no necesito
andar por nuevos caminos
ni esperar a los amigos 
en nuevas estaciones.
Tampoco para conocer otros sabores
abasteciendo otra cocina.















Simplemente doy
el valor profundo que tienen
mis manos 
acariciando el papel
con ternura de pluma celeste
cuando escribo el libro de la vida
que siempre está comenzando.

Si es cierto que una divinidad existe
para darme un propósito a mi vida
debe ser -estoy seguro-
tener las manos sueltas,
vigilantes, atentas.


Si tú llegas
mis manos encuentran su mejor destino
y quieren correr o detenerse
en tus luces y penumbras.
Después, cuando el alba se asoma
dichosa y serena,
mis manos se aprestan a cambiar el mundo
que tiene espadas,
yo sólo estas manos humildes
para hacer el pan y cuidar el vino.


Fotografía de Google