Ojalá cerraras tus ojos oscuros
para que no veas en los míos postreros recatos
ni añosas plegarias no escuchadas
o mi búsqueda incansable de pasos y estaciones.
Con retazos crepusculares en mi piel aún candente
despierto tu suave luz de luna
y la brizna en vendaval se convierte
y ardemos como artorchas iluminando
de certezas nuestras vidas.
De alabastro y viento, de fortalezas y oscuridades,
de infiernos turbulentos y cielos desmedidos
es nuestro amor,
danza interminable consumiendo siglos,
inmobilizando la jornada en el planeta.
Y soy vino, encuentro, río y quebrada,
madrugador de sueños y distancias
e intérprete de tus gestos sensuales que desgranan al olvido
mis últimas severidades.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario