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miércoles, 15 de agosto de 2012

COCINA PROVINCIANA

No es posible oler 
la antigua cocina de mi infancia
en la casa de provincia,

 













sin embargo su leña 
aún está encendida
en el fondo de mi alma. 

Fotografía tomada de la colección de Google

viernes, 18 de mayo de 2012

LA PRIMERA MUJER

La primera mujer que moldée con mis manos
descubriendo lo más hermoso de este mundo,
quedé embriagado del cosmos reluciente
hasta la oscura habitación de las lombrices.

Entonces, una lágrima brilló resbalando
como gota de rocío
hasta la tierra, 
vientre de la vida,
fecundando la esperanza.
Su mirada, breve y eterna,
alimentó los veranos de mi nuevo calendario.

 










Aunque los recuerdos se apaguen poco a poco
y las palabras tengan otro sentido
sé que después de esa tarde ella no fue la misma
ni yo tampoco.

Fotografía tomada de Google.

miércoles, 13 de abril de 2011

FLORES SECAS

Han quedado grabadas
en las oscuras paredes de mis cavernas
breves historias de batallas,
de guarniciones abandonadas,
agotantes de ideales,
banderas descoloridas
en indiferentes veranos.
¿Y los sueños de entonces?
¡Ah, los sueños
quedaron atrapados
en la vieja agenda de soldado
como flores secas olvidadas!









Cuando la tinta sobre el papel de los recuerdos
con su borrosa e inestable letra
va desapareciendo poco a poco,
puedo aguantar las duras
puertas del invierno
o salir al sol que se anuncia
pues sigo siendo guerrero insumiso.
Mientras sigo itinerando,
la copa del otoño
se mece con vientos nuevos
y se asoman estrellas
de otras constelaciones.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

HABIA UNA VEZ UN PUEBLO

Me gustaba mi pueblo de sol limpio
y de ventanas abiertas,
de saludos cordiales
con nombres y apellidos,
con historias a veces compartidas
junto a la brisa vespertina.

Caminaba sus calles
con mi ropa de cien jornadas,
peinado con recta partidura
y luciendo zapatos bien lustrados.















Prefería las mujeres morenas
más gruesas que delgadas,
soñadoras más que eficaces,
los niños juntos a los abuelos
jugando en la plaza
esperando que la bandera blanca
les indicara que ya estaba listo
el pan amasado con chicharrones.

Mi pueblo tenía un útero
que protegía los pequeños sueños
y ambiciones
que fueron siendo reemplazados.
Los niños quisieron ser grandes
y se marcharon -como yo- lejos,
los caminos se hicieron carreteras
desvaneciendo la quietud,
empañando la brisa
mientras que muchos saludos
se convirtieron en cuchillas.

jueves, 22 de febrero de 2007

MI PLAN B.

He descubierto que la vida nos da casi siempre una segunda oportunidad, por lo que aquí comienzo mi plan B.

No pasó por mi mente cuando niño o joven que hubiese un Plan A y, por lo tanto, un Plan B de salida o cambio del primero. Para mí la vida era una sola -y lo es también ahora-. Una línea ininterrumpida unía sucesos alegres, fracasos, aciertos y despropósitos. Creí como muchos haber nacido con un sello especial pero fui absorbido por los colores de un gran conglomerado o estructura social o la iglesia que me decía que mi finalidad era cumplir una serie de deberes ético-sociales. De joven me sentía orgulloso de conocer centenas de mandamientos morales, rituales, y los cumplía con severa devoción. Todo estaba escrito.
Pasaron los años y no me costó poco llegar a saber y experimentar que hombres y mujeres nacemos fundamentalmente para ser felices. Mi corazón constató que no me habían educado
para ser feliz o para buscar la felicidad ni menos para hacer felices a otros sino para obedecer, ceder, aguantar. Antes se me habló de la felicidad como una abstracción en la que otros declaraban que ésto o aquello era la felicidad.
Hoy la percibo simplemente como un estado de confianza, agrado, alegría profundos que me dan
una forma de vivir y de soñar con otros y otras, apreciando su entorno y un mundo en donde descubro un orden engalanado para iniciativas que lo hacen mejor.
Debo hacer una confesión: Mi vida comenzó a ordenarse cuando fui conociendo a Lucía que ahora es mi esposa. En esa época realizaba un esmerada labor social, sindical y me unía a grupos
políticos. Formé talleres literarios, corriendo algunos riesgos durante la dictadura. Mis días y
noches estaban a veces llenos de actividades. Pero me sentía insípido, solitario entre tanta gente
y desconocía para dónde iba con tanto esfuerzo. Me daba la impresión que iba dando saltos locos
por aquí y por allá... ¡Ahora lo sé! Antes yo era como un sapo y Lucía me convirtió en príncipe (el primero, el principal).
Reconozco que mi Plan B fueron esos años de matrimonio, con embarazos, bebés, niños pequeños, pequeños asuntos, grandes proyectos. 
Tengo que hacer una rectificación: Hoy comienzo el Plan B1.